La importancia del arte en la infancia

En la infancia, el arte no solo es pintar con las manos, modelar con plastilina o manchar una cartulina con témperas. También se contempla, se escucha, se vive desde la mirada curiosa y el corazón abierto de los más pequeños. La exposición al arte creado por otros —ya sea mediante cuentos ilustrados, teatro, música, exposiciones, etc. — favorece enormemente al desarrollo emocional, cultural y cognitivo.
El arte como alimento emocional
Aunque suena un poco rimbombante decirlo, el arte alimenta las emociones. Nos pasa a los adultos cuando visitamos un museo y nos quedamos congelados, atrapados por una pintura, o cuando vamos a un concierto y sentimos que se para el tiempo y que nuestro estado emocional conecta con el del resto del público. Del mismo modo, cuando un niño observa una ilustración, una escultura o un escenario lleno de luces y personajes, está haciendo mucho más que mirar: está interpretando, imaginando, conectando, entendiendo. Ver arte es también una forma de expresión. Les ayuda a comprender que hay múltiples maneras de contar una historia o expresar una emoción. Y lo mejor de todo es que no necesitan tener habilidades técnicas para disfrutarlo.
Diferentes investigaciones en neurociencia y psicología infantil (muestran que la exposición temprana a obras de arte (visuales, musicales o escénicas) puede favorecer la empatía, la atención, el lenguaje, la curiosidad y la memoria.

Cultura visual: también se aprende a mirar
La infancia es el momento en que se forma el “alfabeto visual”, es decir, la capacidad de entender lo que vemos y otorgarle significado. Al observar ilustraciones realizadas con cuidado, ver una obra de teatro adaptada al público infantil o familiar o asistir a una exposición, los niños aprenden a leer imágenes, a captar símbolos, a identificar estilos y emociones, además de adquirir gradualmente las normas de conducta que se esperan en esos espacios artísticos.
Por eso es tan importante elegir cuentos con ilustraciones de calidad, llevarlos al teatro o a un cuentacuentos y animarse a una visita al museo adaptada a su edad. No importa si no lo entienden todo, o si creemos que no lo entienden. Lo importante es que empiecen a relacionarse con la estética, la narración visual y la belleza. Como defendía María Montessori, el arte y la belleza forman parte indispensable del desarrollo de los más pequeños.
Música, teatro y otras artes vivas
No hay que esperar a que sean mayores para que disfruten de un concierto o una obra de títeres. Las artes escénicas ofrecen una experiencia inmersiva que estimula la escucha, la paciencia, la sensibilidad… y que deja huellas imborrables. Además, asistir en familia a una función puede ser una oportunidad preciosa para generar conversaciones sobre lo que vieron, lo que sintieron o lo que no entendieron, por no hablar de que se trata de una experiencia compartida con el resto del público, lo que genera un intercambio social y emocional de gran valor.

¿Y las imágenes generadas por inteligencia artificial?
Cada vez vemos más ilustraciones, carteles, dibujos y escenas llamativas creadas por algoritmos. En algunos centros escolares, incluso ,se utilizan sin autorización de los padres las fotos de inicio de curso para generar estas imágenes con el objetivo de agasajar a los alumnos, que pueden verse en una imagen generada artificialmente como si fueran astronautas o sirenitas. Pero cuando hablamos de infancia, es importante recordar que el arte no solo transmite una imagen, sino también una intención humana. La técnica, el trazo imperfecto, la elección del color… todo eso cuenta una historia que el niño puede percibir y sentir. Las obras generadas por IA, aunque impactantes, no tienen ese componente emocional ni cultural. No son fruto de un proceso artístico real, ni están pensadas para enseñar, emocionar o narrar desde la experiencia humana.
Para desarrollar en los niños un sentido crítico, una apreciación estética auténtica y una conexión real con el arte, es esencial que se expongan a creaciones con alma.
Cómo fomentar el disfrute del arte en casa
- Leer cuentos ilustrados con calma, comentando lo que se ve. A veces leer cuentos es leer la narración, pero otras veces es detenerse a describir las imágenes y a observar lo que ocurre en ellas.
- Escuchar música juntos y hablar de cómo nos hace sentir. ¡Y bailar!
- Ir a espectáculos familiares, cuentacuentos o teatros locales.
- Visitar museos o exposiciones adaptadas a su edad.
- Conversar sobre ilustraciones, portadas de libros, fotografías o cuadros que vean en casa.
- Ofrecer arte a su altura. Es decir, colgar postales, pósters o láminas en su dormitorio o en el espacio de juego a la altura de sus ojos.
No olvides que el arte, sea cual sea su forma, es una semilla. A veces crece al crearlo, al jugar con arcilla, con acuarelas o a golpear un tambor de juguete; y otras veces se alimenta cuando disfrutamos del arte que otros realizan y dejamos que nos emocione.